jueves, 7 de abril de 2011



Pedro Maffiotte Arocha
Pedro Maffiotte Arocha.

Un temprano investigador insular
de nuestra historia natural
 
Una Introducción del magnifico trabajo sobre Pedro Maffiotte Arocha pieza fundamental en el libro que utilizamos de referencia del blog para localizar muestras en rincones del Atlántico

Carlos Suárez Rodríguez 
Fotos: Carlos Suárez Rodríguez - Archivos


Un perfil intelectual heterodoxo 

El estudio de la historia natural de nuestras islas se forjó ayer, como hoy, con acontecimientos que a veces no han trascendido más allá de la literatura científica especializada y donde determinados hechos y personas no han tenido la popularidad y divulgación ni tampoco el reconocimiento institucional que merecen. 

             Los Arenales de Santa Catalina, un topónimo qe perduró hasta bien
entrado el primer tercio del siglo XX
(Memoria Digital de Canarias, ULPGC)


Uno de estos hechos es el relevante papel que tuvieron algunos eruditos canarios como Pedro Maffiotte Arocha (1816-1870) –natural de Santa Cruz de Tenerife y afincado en Gran Canaria desde 1851 hasta 1865– en la conformación de un bagaje de conocimientos e información de vital importancia científica para la geología y paleontología, ya no sólo local sino también mundial. 
Coetáneo de una pléyade de hombres de ciencias, historiadores y canarios ilustrados que hicieron de la primera mitad del siglo XIX el siglo de las luces canario, Pedro Maffiotte compartió aficiones y cargos con eruditos tales como Agustín Millares Torres, Gregorio Chil y Naranjo, Sabin Berthelot o Herman Wildprett, director del Jardín de Aclimatación de La Orotava, quedando su papel eclipsado tras la popularidad que adquirieron estos contemporáneos suyos. 







Ingresó en el campo de la geología y la paleontología motivado por su encuentro con grandes científicos de su época, como Charles Lyell, Georg Hartung, Karl von Fritsch y Thomas Vernon Wollaston, con los cuales colaboró y para los que actuó de cicerone en sus visitas a las islas. 
Pedro Maffiotte se encontraba en el lugar y el momento adecuado para ello. El lugar, Las Palmas de Gran Canaria, era ya nombrado en diversos textos científicos por sus playas y sistemas de arenas y por la presencia de niveles calcáreos y fosilíferos levantados que requerían de una interpretación científica y que fueron una de las razones de la visita de Lyell a las islas. Y era el momento adecuado porque la mitad del siglo XIX para las islas Canarias fue un periodo de desarrollo y apertura de obras hidráulicas, infraestructuras viarias y portuarias a las que se vincula por su actividad profesional dentro del campo de la ingeniería y que le permitieron explorar los sustratos geológicos insulares y sus riquezas fósiles. 

 En 1854 se inicia la carretera que desde Las Palmas llegará al futuro Puerto de La Luz. En julio de este año remite un cajón con fósiles de este nivel y croquis de su localización a Lyell. En diciembre de 1855, cuando realiza un desmonte enfrente de Mata, cerca del antiguo puente, recolecta “ejemplares de Patella y Helix” y “se extraña del olor a mar que desprende aquel calcáreo a 50 metros sobre el nivel del mar”. Y en marzo de 1861 se inician las obras de la carretera de Las Palmas a Agüimes por Telde, cuyo primer tramo él dirige...
Para saber más recomendamos leer el original en el enlace siguiente : rincones del Atlántico.com




















  











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